En esta edición de Poker Para Todos, Francisco Morresi nos cuenta la incursión mediante una anécdota del poker offline en su tan querido pueblo.
Cuty es uno de los precursores del poker online en el pueblo, y aunque todavía la mayoría seguimos sin depositar seriamente en ninguna sala, entendemos y seguimos el juego en línea. También conocemos el servicio de internet de acá, y es tan confiable como Chris Ferguson, imagínense.
“Cufaqui” es el Nick que utiliza este buen jugador tight agresivo, combinando su apodo (Cuty) y el lugar de su nacimiento (Facundo Quiroga).
Una noche de verano
Cierta noche de verano, Cufa se había preparado el tiempo entre tantos compromisos que mantiene por su condición de comerciante y padre de familia, para sentarse a jugar un torneo de importante buy in al que le venía teniendo ganas desde siempre.
Eligió minuciosamente el chorizo seco que degustaría junto con un distinguido vino de cepas tintas, que trajo de su viaje a Mendoza, para foldear las primeras doscientas veintiuna manos, esperando el par de ases.
Mientras foldeaba normalmente… perdón: Mientras jugaba normalmente: notó un par de veces que el estado de la red se cortaba unos segundos y tardaba en volver a conectarse. No se daba todas las manos, pero no era un buen indicio y requeriría de mayor atención.
Transitaba la mano noventa y ocho y llegó la que lo doblaría: se encontraba en el botón, y mientras ponía en su boca la última rodaja de chorizo.
Desde UTG un jugador sube la suma exacta para aislar al resto y tener que pagar el all in de Cufaqui, quien ostentaba una hermosa doble A colorad. Que lo remontaría a extender su permanencia en el torneo, y por ende lograr llegar a cobros y también, porqué no, terminar el vino placenteramente.
¿Camino libre?
Uno a uno tiró sus cartas para dejarle un camino limpio, de alfombra roja, al juego planeado, a la estrategia fría y acertada que iría tramo por tramo desarrollándose sin fisuras para triunfar taxativamente esa noche también elegida.
Cufaqui frena la jugada cual crack de fútbol duerme en su pecho a la redonda, y luego de llevar al limite la barra de apuesta, activó el banco de tiempo.
Esbozó una sonrisa plena y descansó su espalda en la silla mientras saboreaba el vino. Se repuso cuando el conteo pisó los diez segundos, y entonces reincorporó su postura y clickeó el all in. Y volvió a clickear el all in… volvió a clickearlo nuevamente… una y otra vez, pero internet se ha desconectado….
Esa noche iba a consagrarse de infortunada, ya que además de tener que jugarse con la ciega obligada una vez que volvió internet, también se le rompieron el mouse, el teclado y la copa de vino…
Algunos mal pensados creen que Cufaqui enloqueció y destruyó lo que había a su alrededor. Otros prefieren seguir creyendo en la varianza.
Lo cierto es que al mes siguiente la empresa que provee internet en el pueblo, pidió disculpas e informó que se trató de una falla humana.
Los chistosos de siempre se mofan diciendo que seguro se acalambró el pibe que pedalea, en alusión a la lentitud del servicio. Cufaqui se reserva su opinión.